EXORCISMO REAL


Este año se cumplen sesenta y dos años del exorcismo real que inspiró una de las sagas de terror más célebres del siglo XX. La historia de Reagan MacNeil, la niña de la novela El exorcista y el largometraje homónimo, se inspiró en un caso verídico. El endemoniado fue en realidad un niño, a quien los investigadores e historiadores llaman, simplemente, Robbie, y al que le sucedieron cosas extraordinarias e incomprensibles.

Fue víctima de arrebatos de ira y centro permanente de sucesos inexplicados. Dicen los que le trataron que hablaba en latín y que en su cuerpo aparecían marcadas palabras malditas. Un grupo de jesuitas norteamericanos entendió que era víctima del demonio y lo sometió a un duro y tortuoso exorcismo.
En la época, la prensa seria llegó a dar el hecho como algo verídico. Un diario tan prestigioso como The Washington Post publicó el 20 de agosto de 1949 que "en lo que es, tal vez, una de las experiencias más destacables de su género en la reciente historia religiosa, un niño de 14 años [de los suburbios de Washington] fue liberado por un cura católico de la posesión por el demonio, según informaron fuentes católicas".
El que sería autor de la novela y el guión del filme, William Blatty, estudiante en la Universidad de Georgetown, leyó el artículo. Corría por el campus de esa institución jesuita el rumor de que dicho "cura católico" era el padre William Bowdern. Blatty le escribió, pidiéndole ayuda. Se encontró con una negativa y una pista.
"Nosotros (otro cura y yo) mantuvimos un recuento al minuto, cada día, sobre los sucesos acaecidos el día y la noche anteriores", le dijo en una carta. Había, pues, un diario, escrito a mano, donde se narraba el exorcismo. Se cree que Blatty leyó partes de él. Pero fue Thomas Allen, historiador y escritor, el primero en lograr una copia, que reproduciría en la más reciente reedición de su libro Possessed, editado por iUniverse.
"Me pasé meses llamando a diversos padres jesuitas, preguntándoles si conocían al padre Walter Halloran, del que se decía que había presenciado el exorcismo y que lo había mencionado en una entrevista a un diario local de Nebraska. Finalmente le encontré", explica Allen. "Curiosamente, era la noche de Todos los Santos". Halloran, fallecido en 2005, reveló a Allen que existía aquel diario, escrito por un tercer cura, el padre Raymond Bishop. "Halloran era un rebelde. Decía que al padre Bowdern, el que realizó el ritual, le hubiera gustado que la gente supiera de aquel exorcismo. Así que me mandó una copia del diario", explica.
Así vio la luz la historia de Robbie, inexplicable para la ciencia y escondida por la Iglesia. El niño, que ahora vive en el anonimato, nació en 1935. Su calvario, según el relato de los jesuitas, comenzó el 15 de enero de 1949, cuando se comenzó a oír en su casa un arañazo persistente bajo el suelo, seguido por un extraño chirrido que parecía provenir del interior de su cama.
Aunque la familia era protestante, el caso llegó a las manos del padre católico Albert Hughes, párroco de la iglesia de Saint James, que vio cómo se multiplicaban acontecimientos extraños. "Cura de Cristo, sabes que soy el Demonio. ¿Por qué me molestas?", le dijo el niño en un perfecto latín, según recoge el diario de los jesuitas. Hughes lo ingresó en el hospital de Georgetown y trató de exorcizarlo, con la autorización expresa del arzobispo de Washington.
Entonces ocurrió el suceso que inspiró la novela de Blatty. En pleno ritual, el adolescente se liberó de las ataduras de su cama y atacó al reverendo con un muelle, provocándole una profunda herida en el brazo y el hombro, que requirió un centenar de puntos. Herido de gravedad, el padre abandonó el exorcismo, después de sufrir un ataque de nervios.
El barrio de Georgetown, plácido y exclusivo, es el marco de la novela y la película, con la Universidad y su rectorado, de estilo románico, de fondo. En el libro también se menciona la iglesia de la Santa Trinidad, en la que Reagan se cuela para profanar imágenes. En el largometraje se ilustró ese evento con la capilla Dahlgren, en la que el padre Damien Karras oficia misa. Junto a la casa en la que se supone que vivió la niña, en la calle Prospect, están las famosas escaleras del final del largometraje, aún tétricas, húmedas y oscuras.
En la historia real, sin embargo, la familia de Robbie era modesta. Vivía lejos del exclusivo refugio de Georgetown. Su barrio, Cottage City, es, aun hoy, uno de los más pobres de la zona metropolitana. Aunque no duraron mucho tiempo allí. Ante el escándalo que el niño había armado en el vecindario, decidieron marcharse a casa de unos familiares en San Luis, en el Estado de Misuri.
Allí consultaron con los jesuitas de la universidad católica local. El arzobispo de San Luis autorizó el exorcismo y el padre Bowden lo inició, descubriendo muy pronto a quién se enfrentaba. "La imagen del diablo y la palabra INFIERNO aparecieron [en el cuerpo del niño] en cuanto repetimos el Praecipicio, pidiéndole al espíritu maligno que se identificara", dice el padre Bishop en su diario. "El diablo apareció en rojo. Sus brazos se erguían sobre su cabeza y parecían estar palmeados, dándole la horrible apariencia de un murciélago", prosigue.
Bowden practicó las últimas fases del exorcismo en la planta psiquiatra del hospital de los Alexianos. El lunes de Pascua hubo una conversación en la que el niño decía hacer de portavoz del diablo. "Yo siempre estoy dentro de él", dijo, cuando le intentaron dar la comunión. Horas después, el niño, en pleno ataque, dijo tener la visión del arcángel san Miguel venciendo al diablo. Con una voz impostada, dijo: "Te obligo a ti, Satán, y a otros espíritus diabólicos a que abandonéis este cuerpo en el nombre de Dios, ahora". El drama, según las notas del jesuita, acabó en aquel momento.
A pesar de las razonables dudas sobre la veracidad de los hechos descritos en ese diario, el padre Bowdern siempre los dio por ciertos. Así lo creyó hasta su muerte en 1993. "Fue real", le dijo a Blatty en una carta. Al fin y al cabo, él era un cura católico y Roma reconoce las posesiones como reales. El texto original del Ritual romano, utilizado para el menester de los exorcismos, fue redactado en 1614 a instancias del papa Pablo V y modificado por última vez hace 10 años, bajo la tutela del cardenal Jorge Arturo Medina Estévez.
En una conferencia en la que presentó el nuevo ritual, en 1999, el cardenal dijo que la posesión es reconocible porque le permite al sujeto "hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas; desvelar cosas escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia condición física, y todo ello juntamente con una aversión vehemente hacia Dios".
Al pequeño Robbie, en 1949, se le practicaron todo tipo de pruebas médicas en el hospital de Georgetown. Los médicos temieron que sufriera un trastorno psiquiátrico. Los psiquiatras no encontraron un diagnóstico válido. Fueron su familia y los jesuitas los que creyeron que estaba poseído. Sus síntomas coinciden, es cierto, con los descritos por Medina Estévez. El resto quedará para siempre en el sombrío terreno del debate entre ciencia y religión.

Fuente: Elpaís

Comentarios

  1. TE INVITO A PLATICAR DE REALIDAD NO DE FICCION SOY MEXICANO DE CITY CARMEN CAMP,COMO EXPLICAR LO QUE A MI MUJER LE PASO COSAS DEL DIABLO Y YO LA CURE CON MI FE EN CRISTO Y LA AYUDA DE UNA VIDENTE SOMOS MUCHOS LO QUE CREEMOS POQUITOS LOS Q SABEMOS

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  2. Querido amigo. Ante todo, bienvenido al Sótano. El caso presentado en el articulo superior, y aunque lo parezca, no es ficción. Lo que sucede es que tras esa realidad oculta, que pocos conocen, se creó la película. Y eso puede confundir.
    Tus palabras conmueven, y me alegra que tu historia tuviese un final feliz.
    Si te apetece, te invito a compartir tu experiencia con mis lectores. Si quieres contacta conmigo a través del mail.
    Un saludo.

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