PROHIBICIONES EN LA COSTA BRAVA: ¿DÓNDE ESTÁ EL CULPABLE?

Hay veces en las que las autoridades nos avasallan con prohibiciones, obligaciones y demás órdenes. Algunas nos llegan por sorpresa, desconocemos el motivo que les lleva a tomar esas decisiones o, incluso, podemos no estar de acuerdo con tales sentencias.
Pero siempre existe un razón para todo.
Ayer estuve en una conocida playa de la Costa Brava al nordeste de España. Allí conviven en armonía complejos hoteleros, apartamentos turísticos, lugareños, fauna y flora. Pero esa armonía se ve perturbada con una comunidad en especial: los pescadores.
Cada día, cuando los bañistas comienzan a abandonar las playas y el sol sucumbe en el crepúsculo, los pescadores, profesionales y aficionados, invaden la costa dispuestos a realizar este peculiar arte.
Ahora, las autoridades locales pretenden aprobar una ley para la prohibición total de dicho arte en las costas de “la costa brava”, pero ¿por qué? ¿a quién puede estar molestando esta actividad? La respuesta la descubrí en primera persona.
Tras aposentarnos en la fina arena de la playa cerca de la orilla, mientras los críos de diferentes familias practicaban y ejercían de auténticos profesionales arquitectos construyendo castillos de arena, un hilo resplandeció entre ellos. Evidentemente no se trataba de ningún diamante, fue algo más turbador. Se trataba de un hilo de pesca con un gran y afilado anzuelo en su extremo. Nuestra reacción fue agónica. ¿Cómo podían abandonar precisamente eso en una playa y más sabiendo que siempre hay críos jugando en ellas? Y, ¿qué habría sucedido si a algún niño se le hubiese clavado?
Pensamos que se trataba de un despiste fortuito, a fin de cuentas: “a todos se nos puede pasar algo de vez en cuando”.
Al rato, unos chicos que estaban a nuestro lado, sacaron de la arena dos anzuelos más. No se trataba de ninguna casualidad, de ningún despiste.
Por la tarde estuve hablando del tema con un aficionado pescador. Le conté lo sucedido y su relato me perturbó aún más. No se trataba de un acontecimiento aislado, “es habitual encontrar desperdicios de toda clase en las playas”, dijo. “Anzuelos y restos de comida, latas y demás. Incluso teniendo papeleras cada ciertos metros, prefieren tirarlo todo por el suelo. Son unos CERDOS.”
Vi en sus palabras la indignación que el tema le provocaba, como suele suceder en otros ámbitos, las acciones de unos pocos son las que prevalecen en nuestra sociedad, haciendo que paguen justos por pecadores, que la irresponsabilidad y dejadez prevalezcan creando disputas.
Si la ley que barajan las autoridades locales sigue adelante, las playas quedarán libres de basura y anzuelos, pero nadie podrá disfrutar del arte de la pesca.
Pero… ¿realmente quedarán libres las playas de basura? También existen familias, parejas y demás bañistas que deciden dejar su huella, sucia e incívica, en la arena, ¿verdad?

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